La tecnología tiene múltiples vertientes. El mundo de la agricultura, uno de los sectores más tradicionales de las sociedades, también ha percibido cómo los avances tecnológicos pueden aportar importantes beneficiosos. Y no solo a nivel económico. El empleo de técnicas basadas en el análisis de datos, el uso de drones y el comienzo de la era de la sensorización no ha hecho más que comenzar. Y todo ello puede contribuir a que el campo se modernice. La innovación y la sostenibilidad serán un punto clave para lograr alimentar a los 9.700 millones de personas que se estima habitarán la Tierra en 2050.
Muchos agricultores privados llevan tiempo rascando en las posibilidades de tecnologías ya presentes en el mundo del consumo para fines particulares. Bajo algunos preceptos básicos como la sostenibilidad y el aprovechamiento de los recursos disponibles, el campo ha empezado a integrar sistemas de precisión y mejora de los productos. La idea de «AgroTech» empieza a dar sus frutos. Son muchas las empresas que han bebido las nuevas tecnologías para ofrecer algunos servicios y productos que tienen como objetivo final una mayor optimización de los recursos en los cultivos.
Es el caso de Bioibérica, firma española con sede en Barcelona, que se ha convertido en todo un referente internacional en la llamada «teledetección». Su proyecto es interesante y se centra en el buen aprovechamiento a vista de águila. Mediante una avioneta se recoge información exhaustiva de las parcelas y se plasma, a posteriori, en unos mapas que, en manos del agricultor de turno, permiten disponer de datos relevantes para controlar los cultivos. Para llevar a cabo esta iniciativa la compañía colabora con el CESIC de Córdoba.
Se trata del concepto que han bautizado como agricultura de precisión. «Hemos observado que el sector agrícola se ha vuelto más tecnológico, pero a veces no ha pasado por el ordenador. En ocasiones el agricultor ha pasado directamente de su cuaderno a la tableta. Toda esa información de los mapas tiene que poder llevar en algo que se pueda usar en el campo», explica a este diario Ricard Brossa, product manager de la división de fisiología vegetal de BioIbérica.
En su opinión, mediante el empleo de este tipo de diagnósticos realizados gracias a una cámara multiexpectral se puede conocer desde la temperatura del cultivo, su vigor, el índice de clorofila o la eficiencia de la luz. Una serie de factores que, bien procesados, un agricultor dispone de una serie de información adicional capaz de mejorar y optimizar su trabajo. «El resultado es que consigue una mayor homogeneización de la parcela y las calidades porque puedes corregir algunos datos para que el cultivo vaya mas homogéneo, una mayor producción, y reducir el consumo de agua y lograr una gestión más eficaz», sostiene.
El mundo del campo también ha empezado a utilizar este tipo de aeronaves no tripuladas de manera profesional. Mientras el regulador español aún se encuentra actualizando la normativa en materia de seguridad aérea para adecuarla a los nuevos tiempos, en este sector lleva tiempo planeando sus oportunidades. De ello son conscientes en SmartRural, una «startup» española que arrancó su trayectoria en 2015. Con sede en Valladolid, está especializada en el uso de drones en el mundo vitivinícola. También tiene presencia en otras zonas como Navarra, Toledo, Cádiz, Sevilla o Murcia.
La idea con la que trabaja esta compañía es que, mediante el vuelo de un dron, se pueden tomar imágenes y fotografías útiles para conocer el estado de las grandes explotaciones de viñedos, generalmente de extenso terreno. De mometno ya lo han empezado a utilizar en grandes bodegas para «dar valor a las actuaciones manuales que se están haciendo en los viñedos», señala a este diario Sergio Rodríguez, sociofundador de SmartRural, quien apunta sin embargo que el uso de drones en la agricultura aún tardará un par de años hasta que empiece a popularizarse dados sus altos costes.
Este impulso demuestra que el sector se está tecnificando. Estas aeronaves no tripuladas, en ese sentido, permiten realizar tareas que hasta hace poco tiempo eran imposibles o demasiado caras. En aras de facilitar el trabajo al agricultor, pueden sobrevolar con rapidez grandes extensiones de terreno y recopilar una gran cantidad de información gracias a sus sensores especializados: cámara multiespectral, RGB y térmica. Con su uso se puede conocer la evolución de los viñedos para una toma de decisiones más eficiente.
En concreto, gracias a la combinación de imágenes no visibles se pueden desarrollar mapas de vigor destinados a tomar medidas focalizadas y solventar una problema existente en una determinada zona donde el cultivo no se desarrolla como debería. «El drone es una herramienta muy útil, pero los costes en hacer esa tareas no se lo pueden permtir todos», añade.
Se sabe que los datos son, no solo ahora sino desde hace tiempo, el petróleo del siglo XXI. Desde Orizont, aceleradora agroalimentaria de Sodena Desarrollo de Navarra, apuntan que la instalación de sondas inteligentes en el subsuelo pueden ofrecer datos exhaustivos y desconocidos a simple vista, como la posibilidad de medir el nivel de agua o conocer con exactitud el estado de las plantas, la topografía o la profundidad de un cultivo.
«El propósito de la profundización en analítica debe ser tomar mejores decisiones en los planos operativo, táctico o estratégico, poniendo a disposición de los profesionales la mejor información posible, en el momento preciso, en un formato asequible. Se trata de usar los datos para controlar de forma automática toda la cadena alimenticia, desde el cultivo de las semillas hasta su distribución final, conociendo el estado del producto en cada una de las fases y así poder recoger los datos, procesarlos y utilizarlos de forma preventiva ante posibles sucesos», sostienen desde esta firma a través de un comunicado. Es una propuesta que también ha explorado la plataforma SigAgroAsesor, que permite a los agricultores conocer en tiempo real desde la información pluviométrica, observar la delimitación de las parcelas y consultar fotografías de satélites disponibles en bases de datos públicas.
Otra de las posibilidades para crecer en esta transformación digital que afecta a un sector tan arraigado a la tierra y la diosa fortuna viene desde una pantalla y de software específico. Ejemplo de ello es la plataforma desarrollada por Visual Nacert, firma con sede en Rafelbuñol (Valencia), que cruza información de numerosas fuentes para presentar una serie de datos de gran utilidad para el agricultor.
Desde un solo lugar se puede realizar una gestión agrícola más eficiente y rápida. La idea consiste en un espacio de datos agrupados que utiliza tecnología de mapas combinada con diferentes bases de datos. Viene en forma de una aplicación web y para dispositivo móvil, que propone mejorar la eficiencia y aumentar la productividad del negocio agrario. Este software de gestión agrícola optimiza la ejecución de las tareas de campo, la recolección o las compras, entre otros, utilizando para este fin un sistema de mapas interactivos personalizados y análisis inteligente de datos.
Incluye, además, un cuaderno de campo para generar órdenes de tratamientos de fitosanitarios y fertilizantes. «Es muy útil para tomar de decisiones y aportar conocimiento al agricultor y las empresas», apunta por su parte Mari Luz Peñarrubia, directora comercial de la compañía, quien explica a ABC que se trata de una plataforma permite estar más en contacto con el técnico a quien asesorar, poder tomar decisiones más acertadas y en tiempo real, conocer las condiciones meteorológicas gracias a las estaciones desplegadas en toda España, así como saber las distintas variedades o las estrategias ante las posibles plagas.
Además de esto, algunos sistemas informáticos atacan a un concepto que es cada vez más relevante, la trazabilidad. Es decir, en aras de cumplir con las normativas en la seguridad alimentaria y conocer, en boca del consumidor final, el proceso de evolución de un producto en cada una de sus etapas. «Los avances han hecho que los consumidores demanden una dieta adecuada a su estilo de vida y a sus hábitos, alejándose cada vez más de las grandes cadenas de distribución actuales», manifiestan desde Orizont.
Otra interesante iniciativa es la de Cropti, una aplicación para dispositivos móviles (Android e iOS) creada en 2014 por el español Eugenio Fernández y que permite, entre otras cosas, gestionar las explotaciones desde un solo lugar, el teléfono móvil inteligente, que se ha abierto paso en este entorno tan tradicional. Mediante su uso, se puede registrar y organizar todo tipo de labores agrarias tales como controlar la aplicación de productos fitosanitarios, importra y visualizar las parcelas y cultivos en un mapa, analizra los costes e informes por explotación o, incluso, recibir alertas sobre posibles peligros (plagas, meteo...). «Es una herramienta de gestión agraria, para que al agricultor conozca de manera pormenorizada su explotación, analizar y mejorar las partes en que tienen más deficiencia o ver un tipo de error», manifiesta por teléfono a este diario.
Mirando al futuro, algunas iniciativas y proyectos pensados más a largo plazo empiezan a ver cómo tienen madera que cortar en el mundo de la agricultura. La llegada de tractores con sistemas de conducción autónoma ya no es una visión propia de la ciencia-ficción. La firma americana Case IH, propiedad del grupo CHN industrial, presentó el pasado año su tractor autónomo, denominado Case IH ACV.
Fuente: ABC Tecnología