Mucho se está hablando en los últimos años del vertiginoso ascenso económico de la todopoderosa China, previsiones que según un informe del Banco Mundial confirman incluso EE.UU será sobrepasado a finales de año por el gigante asiático.
Un imperio, sin embargo, no exento de controversia cuyos cimientos se han erigido en base a una obra barata y poco cualificada, también en la copia masiva de todo aquello que huela a éxito.
No obstante, y en vista de que la desigualdad social, inseguridad alimentaria o la contaminación medioambiental se constatan como consecuencias problemáticas de un dudoso crecimiento sostenible; ya hace un tiempo el gobierno chino ha redirigido sus pasos con una clara apuesta por el I+D.
La calidad por encima de la cantidad, potenciar el consumo interno y no solo la exportación, parecen ser las nuevas consignas del presidente chino Xi Jinping y su equipo.
Recientes alianzas como el acuerdo firmado entre Telefónica, China Unicom y THTI vienen a ratificar el impulso en la creación de startups gracias a la unión de recursos y fuentes de innovación.
“China será uno de los centros más avanzados de investigación y desarrollo para la nueva convergencia entre el hardware y el software, ya que es la fábrica del mundo”, manifiesta Annabelle Long, directora de capital de riesgo de Bertelsmann Group.
Pekín como epicentro de esta maquinaria china ha desplegado en su vasta geografía una red de startups en busca de la singularidad lejos de la imitación. Personas cargadas de sueños pero también con aptitudes técnicas para cumplirlos.
Con la sofisticación tecnológica en el horizonte estos inventores gozan de la cercanía de la cadena de suministros electrónicos de China que les permite modificar sus proyectos en la misma fábrica y conseguir, por tanto, un mayor control sobre el producto.
Entre los múltiples ejemplos encontramos a la firma Zepp Labs, fundada por el joven Robin Han quien vislumbró el potencial de los sensores para controles de videojuegos, en este caso aplicado en los deportes reales como el extremo de un bate de béisbol.
El sensor de Zepp captura información referente a la velocidad y arco de bateo que puede ayudar a entrenadores y jugadores de béisbol a ajustar sus técnicas con precisión. Además los sensores también se pueden aplicar a otro deportes, tal es el caso del tenis y golf.
En la actualidad dicha compañía que cuenta en su haber con 20 millones de dólares, oficinas en China y Silicon Valley prevé desarrollar una marca en Estados Unidos. La colonización está en marcha.
Fuente: En positivo
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