Las vacaciones de Semana Santa están en curso. Y mientras las playas del país se atiborran de visitantes que quieren disfrutar el sol y el mar, hay quienes prefieren unas vacaciones culturales.
La ciudad de México se vacía, se van sus habitantes pero llegan otros, gente de Australia y República Dominicana, de Guanajuato y algunos capitalinos que por falta de recursos, tiempo o ganas, han decidido quedarse.
El día está soleado. Ninguna nube con amenaza de lluvia empaña el cielo de primavera. Es el clima y el momento ideal para que Xavier, de 60 años, salga a caminar por la ciudad y sacar fotos.
“Planeo estar aquí todas las vacaciones. Cuando no son vacaciones estoy trabajando o hay mucha gente y no puedo disfrutar de los lugares, de los edificios, ahora que tengo la oportunidad, lo hago”.
Él es arquitecto y viene desde Polanco caminando por Paseo de la Reforma. Al lado de él pasa una familia de cuatro miembros, sacan fotos y platican. Se dirigen hacia el Ángel de la Independencia.
Linda, madre de esta familia, asegura que siempre habían querido venir a la ciudad de México, “Somos de Nueva York. Llegamos ayer. Es la primera vez que estamos aquí, pero estamos encantados. Veníamos comentando que México está hecha como en capas, primero los edificios de los indígenas, los verdaderos dueños de este país, luego las construcciones de los invasores, y luego las del mestizaje. Es una gran ciudad”.
Más allá, cerca de la calle Génova en la Zona Rosa, un grupo de amigas se saca fotos y selfies. Son Tracy, Laura y Katrina, todas de veinte años. Viajaron desde Melbourne, Australia, para conocer la cultura mexicana.
“Siempre quisimos venir. Queremos conocer todo, la casa de Frida, Bellas Artes. Todos los museos. México está de moda, la cultura mexicana es lo de hoy”, asegura Tracy que sonríe detrás de unas gafas de sol.
Pero no todo es turismo extranjero. Ana Isabel Ríos y sus hijos vienen desde León, Guanajuato, y esperan su turno para subir al Turibús en la parada que está a un costado de la catedral metropolitana.
Ella ha decidido prescindir de las vacaciones playeras para que sus hijos conozcan cosas más culturales.
“Preferí venir aquí que a la playa porque el DF tiene muchas opciones culturales, museos y recorridos como el Turibús. Es la segunda vez que vengo pero es la primera vez que traigo a mis hijos. Venir al DF puede ser un recorrido cultural que le deja mucho a los niños. Son como vacaciones para aprender.”
Cerca de Bellas Artes y la Alameda Central, una pareja proveniente de República Dominicana, Marcos y Verenadia, se cubren del fuerte sol mientras beben agua.
“No habíamos venido, pero hasta ahora lo que más nos ha gustado de esta ciudad es su gente, su alegría y su calor. Además, es un lugar muy barato, aquí los precios son en pesos y no en dólares como en otros lugares, y eso que es una de las ciudades más importantes del mundo”, comentan sonrientes.
Son las tres de la tarde y el sol sigue en la cúspide. Niños corren entre las fuentes de la Alameda central, muchos comen helados, se escuchan acentos diferentes a los que comúnmente suenan en las calles del centro.
Una mujer rubia, de unos cuarenta años, se cubre del sol con un paraguas, lleva un vestido colorido y sonríe al ver a las familias defeñas que hacen picnics improvisados frente a las fuentes de la Alameda.
“Me encanta venir al DF. Amo esta ciudad. México hace que desee nunca regresar a Estados Unidos, yo vengo de California. Siento como si la ciudad de México fuera mi segunda casa”.
Fuente: Milenio
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